Este artículo aparece en
256
Ver número

Dr. Ramón Cacabelos: “No existen las verdades absolutas y nadie debería otorgarse la potestad de ser poseedor exclusivo de la verdad”

Médico convencional ortodoxo ejerciente de renombre internacional, investigador y autor de más de un centenar de trabajos publicados en revistas científicas de primer nivel el doctor Ramón Cacabelos García es asimismo experto en las disciplinas médicas más vanguardistas —entre ellas la Genómica y la Proteómica— y domina además el ámbito de la Nutrición, algo que no puede decir el 95% de sus colegas. Pertenece pues a lo que se denomina el establishment médico y goza de una enorme reputación a nivel mundial. Y es sin duda su prestigio y experiencia -tiene 67 años y sigue en plena forma- lo que le permite hoy hablar sin tapujos de lo que desde hace unas décadas pasa en el ámbito de la Medicina habiendo denunciado ya varias veces que el sistema sanitario está corrompido. Sus críticas al comportamiento de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las agencias reguladoras (especialmente la FDA estadounidense y la Agencia Europea de Medicamentos), las revistas científicas y las autoridades sanitarias son bien conocidas pero no tanto lo que piensa de la pandemia de la Covid-19 que dicen ha asolado al planeta. Y de eso y otras muchas cosas hemos hablado con él porque tiene muy claro —y son sus propias palabras— que el manejo oficial de los pacientes diagnosticados de Covid-19 fue “inadecuado”, que gran parte de las decisiones políticas fueron “erráticas” y que los políticos y médicos tomaron “decisiones irresponsables en los programas de vacunación”. Y, sobre todo, no admite las posturas intransigentes: “No existen las verdades absolutas y nadie debería otorgarse la potestad de ser poseedor exclusivo de la verdad. Esta conducta belicista no ha ayudado, ha creado confusión y, quizás una vez más, la falacia oficialista impuso un silenciamiento criminal a las posturas disidentes”; añadiendo: “Desde un punto de vista estrictamente científico también me molesta que se llame vacuna a lo que no lo es y que se atribuyan beneficios a productos que modifican el sistema inmune sin lograr el nivel de eficacia que debe tener una vacuna: evitar que la enfermedad se manifieste”.