Quienes están convencidos de la existencia y peligrosidad del SARS-CoV-2 no tienen las mismas convicciones sobre su posible origen: unos siguen postulando un año después que es de origen zoonótico -natural- y otros que tuvo que ser necesariamente creado en laboratorio. Y el hecho es que para saberlo un equipo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) llegó a China el pasado 14 de enero.
La investigación se justificó al considerarse que las autoridades chinas habían sido siempre opacas con lo sucedido y ocultaban algo ya que detuvieron a médicos que intentaron advertir de lo que pasaba, persiguieron a periodistas independientes por no atenerse a la información oficial y ponerla en duda (el Tribunal Popular del Nuevo Distrito de Pudong condenó el 28 diciembre de 2020 a la periodista Zhang Zhan a cuatro años de prisión), detuvieron a numerosas personas -algunas de las cuales habrían «desaparecido»-, ordenaron a algunos institutos médicos y de investigación que destruyesen muestras y datos, postergaron más de una semana la entrega de la presunta secuenciación genética del coronavirus a la OMS, negaron que el coronavirus se transmitiera entre personas hasta el 22 de enero y permitieron viajar a mediados de ese mes a decenas de miles de personas dentro y fuera de Wuhan para el Festival de Primavera sabiendo ya el peligro que eso representaba. Es decir, se les acusa de incumplir el Reglamento Sanitario Internacional que obliga a los estados a notificar a la OMS todo «evento que pueda constituir una emergencia de salud pública» antes de que transcurran 24 horas desde que se detecta y de comportamiento ocultista. Tales son las «acusaciones» hechas al Gobierno chino que, sin embargo, respaldó siempre la OMS.
Terminada la “investigación” el portavoz del grupo, Peter Ben Embarek, declararía el l9 de febrero que era “extremadamente improbable” que el coronavirus tuviera su origen en un laboratorio y no era pues necesario seguir investigando tal hipótesis (eran cinco las “calificaciones” barajadas: extremadamente improbable, improbable, posible, probable y muy probable). La posibilidad de que fuera zoonótico –transmitido directamente por animales a humanos- se consideró en cambio “probable” aunque dijeron no saber su origen. Según Embarek todo indica que el «reservorio natural» fueron los murciélagos pero siendo «muy probable» que el virus pasara a los humanos desde otro animal contagiado.
Asimismo declararía que el primer contagio pudo no tener lugar en Wuhan no descartándose que el origen fuera algún alimento congelado procedente de otras zonas de China e, incluso, del extranjero. Esta posibilidad la corroboraría otro miembro del equipo, el Dr. Peter Daszak, quien declararía a la BBC que el origen del coronavirus podría estar en el sudeste asiático, sugerencia que apoya la actual tesis del gobierno chino que apunta a la India.
Como es obvio el “resultado” de la investigación decepcionó a la mayoría de los expertos. Tan controvertido fue el viaje que 26 investigadores independientes publicaron el pasado 4 de marzo en el Wall Street Journal una Carta Abierta bajo el título Convocatoria de una investigación forense internacional completa y sin restricciones sobre los orígenes de la Covid-19 en la que califican el trabajo llevado a cabo en Wuhan de opaco y restrictivo. “Hemos llegado a la conclusión -señalan- de que el equipo conjunto no tenía el mandato, la independencia o los accesos necesarios para llevar a cabo una investigación completa y sin restricciones sobre todas las hipótesis relevantes del origen del SARS-CoV-2, ya sea la del contagio natural o la de un incidente de laboratorio relacionado con la investigación” Los autores concluyen exigiendo una investigación absolutamente minuciosa y creíble. “Entendemos -dicen- que el proceso del equipo conjunto y los esfuerzos realizados hasta la fecha no constituyen una investigación exhaustiva, creíble y transparente por lo que hacemos un llamamiento a la comunidad internacional para que establezca una estructura y un proceso que sí lo haga”.
Uno de los impulsores de la carta es Jamie Metzl, doctor tanto en Derecho como en Historia. Hablamos de una persona que se autocalifica de «futurista de la tecnología» y «experto geopolítico» y es autor de cinco libros -dos de ellos de ciencia ficción- aunque es más conocido por sus cargos de Director de Asuntos Multilaterales y Humanitarios del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos siendo presidente Bill Clinton, de Director Adjunto de Personal del Comité de Relaciones Exteriores del Senado con el entonces senador Joe Biden y de Coordinador Superior de Información Pública Internacional y Asesor Principal del Subsecretario de Diplomacia Pública y Asuntos Públicos del Departamento de Estado estadounidense. Se ha dedicado básicamente pues a asuntos relacionados con la política a pesar de lo cual es miembro del comité asesor internacional de la OMS sobre la edición del genoma humano siendo uno de sus libros el titulado Hacking Darwin: Genetic Engineering and the Future of Humanity publicado en 2019.
El caso es que a pesar de confesarse “firme partidario” del Director General de la OMS, Tedros Adhanom, Metzl considera la visita de los investigadores a China una auténtica farsa. De hecho pocas horas después de la conferencia de prensa de Peter Embareck diría: “La posibilidad de que existiera una fuga accidental de un laboratorio merece una mayor investigación. Hay evidencias significativas que apuntan como posible origen de la pandemia a una fuga accidental en el Instituto de Virología de Wuhan. Además siguen sin encontrarse evidencias de que la Covid-19 se deba a una transmisión entre animales hospedadores o a alimentos congelados como dice ahora el comité”.
Pocos días después, en una entrevista concedida a la cadena Fox News, agregaría que la visita a China del equipo de la OMS fue sin más un “montaje teatral” dirigido por funcionarios chinos: “El equipo solo recibió instrucciones de los representantes chinos. Fue una investigación muy corta y todos los informes y datos los proporcionaron ellos”. A juicio de Jamie Metzl el equipo de la OMS se limitó a intentar eximir de responsabilidades al gobierno chino -recordando que éste lleva de hecho un año intentando demostrar sin éxito que el virus se traspasó de un animal a un humano- añadiendo: “Por eso ahora sugieren que el virus vino de India, Bangladesh o Estados Unidos. Intentan esconder la verdad«.
Asimismo denunció el conflicto de intereses de uno de los miembros del equipo de la OMS, el ya citado Peter Daszak, que fue quien insinuó que había mirar hacia otros países del sudeste asiático. Y es que como recuerda Metzl “su organización trabajó en estrecha colaboración con el Instituto de Virología de Wuhan y apoyó la investigación de la ‘ganancia de función’ (mejora de la virulencia) en los coronavirus de murciélagos. Si la pandemia se debe pues a la fuga accidental de uno de esos virus Peter podría estar implicado. No sugiero en absoluto que haya hecho algo malo, solo que una de las posibilidades sobre su origen le incluye a él”.
LO QUE MAL EMPIEZA, MAL ACABA
La verdad es que el comportamiento de China fue equívoco desde un principio. El 31 de diciembre de 2019, el mismo día en que se informó a la oficina de la OMS en China de la existencia de varios casos de neumonía de causa desconocida en Wuhan, las autoridades comenzaron a censurar en los motores de búsqueda de Internet toda noticia sobre el coronavirus eliminando expresiones como «variación del SARS», «mercado de mariscos de Wuhan» o «neumonía desconocida de Wuhan».
Al día siguiente -1 de enero de 2020- el empleado de una empresa de Genómica de Wuhan recibió la llamada telefónica de un funcionario de la Comisión de Salud Provincial de Hubei que exigió a la empresa que dejara de analizar las muestras de Wuhan relacionadas con la nueva enfermedad y las destruyera. Así lo dio a conocer el diario Caixin Global que apenas dos días después explicaba que la Comisión Nacional de Salud de China había ordenado a las instituciones no publicar informaciones relacionadas con la enfermedad y ordenó a los laboratorios que transfirieran las muestras que tuvieran a las instituciones autorizadas o las destruyeran. Lo reconocería la Directora General del Instituto de Virología de Wuhan, Yanyi Wang, en un mensaje que envió a sus colegas explicando que la Comisión Nacional de Salud le había ordenado no publicar datos sobre la enfermedad en las redes sociales ni divulgarlos a través de los medios de comunicación.
El caso es que China impuso serias restricciones para viajar por el interior del país a partir del 23 de enero pero siguió permitiendo los viajes internacionales y a finales de febrero la propia OMS seguía diciendo que no había razones para restringir ni los viajes ni el comercio internacional con ese país. Es más, Tedros Adhanom manifestaba que China estaba dando al mundo un ejemplo en el manejo de la crisis sanitaria.
Jamie Metzl recuerda además que el equipo de la OMS se comprometió para poder ir a China a limitar su capacidad de investigación según el acuerdo pactado: “Es posible -se dice en él- que parte del trabajo mencionado anteriormente ya esté parcialmente hecho o documentado para cuando el equipo internacional inicie su trabajo y, por tanto, el estudio se basará en la información existente lo que evitará aumentar -incluso duplicar- los esfuerzos en curso o existentes”. Es más, la composición final del equipo internacional la acordó la OMS tras negociarla con el Gobierno chino. De ahí que lo denuncie Metzl: “Desvelados los esfuerzos activos del Gobierno chino para destruir pruebas, negar el acceso a registros clave y silenciar las voces nacionales (e incluso internacionales) relevantes el nivel de deferencia hacia Pekín está muy por debajo del estándar de responsabilidad mínima”.
Por si el control pactado no fuera suficiente el 25 de noviembre de 2020, unas semanas antes del viaje, el diario japonés Kyodo News aseguraba que «las autoridades chinas advirtieron a los médicos que respondieron al nuevo coronavirus en la etapa inicial del brote en Wuhan que podrían ser castigados por espionaje si revelaban lo que sucedió durante ese período”. Y la OMS ni pidió explicaciones a China, ni anuló el viaje.
El 30 de diciembre de 2020 la agencia internacional de noticias Associated Press mandaría una nota afirmando que China “estaba dando cientos de miles de dólares para subvencionar a científicos afiliados al ejército que investiga los orígenes del virus en el sur de China pero supervisando sus hallazgos y ordenando que la publicación de cualquier dato o investigación fuese antes aprobada por el nuevo grupo de trabajo controlado por el gabinete de China bajo las órdenes directas del presidente Xi Jinping”. ¡Y a pesar de todo ello el equipo de la OMS viajó a Wuhan! En fin, llama la atención que el equipo de la OMS descartara que el virus pudiera haber surgido de un laboratorio cuando ni siquiera pudo acceder a los registros completos del Instituto de Virología de Wuhan o del Centro Chino de Wuhan para el Control y la Prevención de Enfermedades.
Las críticas recibidas tras la rueda de prensa fueron tan grandes que sólo dos días después el Director General de la OMS se vería obligado a corregir a Embareck diciendo: “Quiero aclarar que permanecen abiertas todas las hipótesis. Se requieren más estudios”. El propio Embarek se “retractaría” durante una entrevista concedida el 14 de febrero a Science: “El hecho de que hayamos evaluado esa hipótesis como ‘extremadamente improbable ‘no significa que esté descartada (…) Ya se dice en el informe que todas las hipótesis serán revisadas periódicamente. La retomaremos si surgen nuevas evidencias que la hagan más probable. Se trata de un trabajo aún en marcha”.
¿ESCAPÓ EL VIRUS O NO DE UN LABORATORIO?
Sin embargo para Metzl caben pocas dudas del origen del coronavirus: “Si me viera obligado a apostar diría que hay un 85% de probabilidades de que la pandemia comenzara con una filtración accidental en el Instituto de Virología o los CDC de Wuhan y un 15% de que comenzara de otra manera, como el salto entre especies”. Postura que defiende arguyendo que son muchos los datos y referencias que así permiten sostenerlo. “Si el virus -dice Metzl- hubiera saltado a los humanos a través de una serie de encuentros naturales con animales o en mercados húmedos probablemente hubiéramos visto personas infectadas en otras partes de China antes del brote de Wuhan y no las hay”.
En 2012, por ejemplo, seis mineros que trabajaban en una mina de cobre de la provincia de Yunnan –al sur de China- infestada de murciélagos se infectaron con un coronavirus de murciélago denominado Rhinolophus affinis al que se denominó RaTG13 sufriendo todos ellos síntomas idénticos a los de la Covid-19 muriendo tres de ellos. Y se trató de un virus cuyo genoma es en un 96,2% similar al del antiguo SARS–COV. Pues bien, esas muestras virales se llevaron al Instituto de Virología de Wuhan al ser el único laboratorio chino de nivel 4 de bioseguridad; de hecho hasta entonces los coronavirus no se consideraban particularmente virulentos y se manipulaban en instalaciones de nivel 2 y 3.
Los científicos Johathan Latham y Allison Wilson publicaron por su parte el 15 de julio de 2020 en Independent Science News un artículo titulado Propuesta de origen del SARS-CoV-2 y de la pandemia Covid-19 (https://www.independentsciencenews.org/commentaries/a-proposed-origin-for-sars-cov-2-and-the-covid-19-pandemic) en el que postulan que es posible que el RaTG13 evolucionara convirtiéndose en el SARS-CoV-2 y que después el Instituto de Virología de Wuhan utilizara las muestras médicas tomadas de los mineros para su propia investigación. “Nuestra tesis -dicen- explicaría el lugar de escisión de la furina polibásica que es una región de la proteína del pico viral que la hace susceptible a la escisión por la enzima furina del hospedador aumentando en gran medida la propagación viral en el cuerpo. Este sitio es nuevo para el SARS-CoV-2 en comparación con sus parientes cercanos. Asimismo explica la afinidad excepcional de la proteína del pico del virus por los receptores humanos, algo que también ha sorprendido a los virólogos. Y explica además por qué en julio de 2020 el virus apenas había evolucionado desde que comenzó la pandemia lo que también es un aspecto muy desconcertante para un virus supuestamente nuevo para los humanos. Y, por último, explica por qué el SARS-CoV-2 se dirige a los pulmones lo que es inusual en un coronavirus. No proponemos una modificación genética como origen del virus pero sí que jugó un papel causal esencial en la pandemia la investigación científica llevada a cabo por Zheng-li Shi en el laboratorio del Instituto de Virología de Wuhan; y, por tanto, ello también sitúa a Wuhan como epicentro”.
LAS QUIMERAS VÍRICAS
La verdad es que la comunidad científica sabe que el Instituto de Virología de Wuhan lleva tiempo utilizando controvertidas técnicas de ganancia de función para hacer virus más virulentos y que incluso trabaja desarrollando virus quiméricos. Pues bien, en el trabajo The genetic structure of SARS‐CoV‐2 does not rule out a laboratory origin (La estructura genética del SARS‐CoV‐2 no descarta un origen de laboratorio) publicado en noviembre de 2020 en Wiley Online Library por Rossana Segreto y Yuri Deigin se sostiene que la estructura del SARS-COV-2 es quimérica y que el sitio de división de la furina podría ser resultado de una manipulación genética. “La adquisición de ambas características únicas por el SARS‐CoV‐2 más o menos simultáneamente -alegan- hace menos probable que sea natural o causado solo por pases seriados de células animales”.
Los autores recuerdan además que el mayor número de virus quiméricos creados se describe en un artículo de 2017 publicado por el grupo del Instituto de Virología de Wuhan dirigido por Zheng-li Shi. En él se afirma que crearon ocho virus quiméricos utilizando virus recolectados durante 5 años en la cueva en la que se encontró el RaTG13, dos de cuales tenían la capacidad de unirse al receptor ACE2, la vía de entrada del virus en las células humanas.
Otro dato que apoyaría la hipótesis de la fuga de un laboratorio es que desde el primer momento el virus se mostró bien adaptado a las células humanas. Lo explicaron los investigadores Shing Hei Zhan y Alina Chan en un trabajo publicado el 2 de mayo de 2020 titulado El SARS-CoV-2 está bien adaptado para los humanos. ¿Qué significa esto para el resurgimiento? en el que se dice: “Cuando se detectó por primera vez el SARS-CoV-2 a finales de 2019 ya estaba pre-adaptado a la transmisión humana en una medida similar a la epidemia tardía del SARS-CoV. Sin embargo, no se han detectado precursores o ramas de la evolución derivadas de un virus similar al SARS-CoV-2 menos adaptado a los humanos”.
La verdad es que la posibilidad de que el virus escapara de un laboratorio no es descabellada porque ya ha pasado antes. Hay casos documentados en varios países. El más conocido es el del virus H1N1 de 1977 que dio lugar a una pandemia. Y el más reciente el que causó un brote de brucelosis en noviembre de 2019 tras escapar de dos centros de investigación de Lanzhou (China) e infectó a más de un centenar de estudiantes y miembros del personal. Hubo asimismo varias fugas del primer virus del SARS: en el verano de 2003 en Singapur, en diciembre de 2003 en Taiwán y en la primavera de 2004 dos veces en China. E igualmente hubo casos en Estados Unidos. En agosto de 2019 las operaciones de investigación en las instalaciones del Instituto de Investigación Médica de Enfermedades Infecciosas del Ejército de los Estados Unidos (USAMRIID) de Fort Detrick -de nivel de bioseguridad 4- se interrumpieron debido a fallos de seguridad al eliminar materiales infecciosos.
En el artículo antes citado Rossana Segreto y Yuri Deigin aseveran que los propios investigadores chinos se mostraron preocupados por la seguridad de los laboratorios de su país porque «la basura del laboratorio puede contener virus, bacterias o microbios artificiales» así como que «algunos investigadores descargan materiales de laboratorio en el alcantarillado después de experimentos sin mecanismo biológico específico de eliminación«.
Otras hipótesis que se barajan son la de que un animal infectado arañara o mordiera a un trabajador o a un investigador, que la fuga se debiera a experimentos con aerosoles, a alguna falla en un equipo que pasara desapercibida mucho tiempo antes de detectar la infección en los trabajadores o que el virus se filtrara por el alcantarillado al no seguirse los procedimientos adecuados de eliminación. Lo que nadie quiere admitir es que hubiera podido ser liberado a propósito en una zona habitada.
En fin, no se entiende que la OMS admita como explicación más probable que el coronavirus haya pasado a los humanos desde animales mediante mutaciones naturales cuando ello no se ha podido probar en absoluto por lo que no es más que una hipótesis no demostrada ni apoyada por prueba alguna. Como no se explica que más de un año después el equipo de la OMS se haya limitado a “concluir” que no han averiguado nada. ¿Puede alguien explicarnos a qué fue el equipo de la OMS a China
Antonio F. Muro