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86
Septiembre 2006
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Cómo abordar ortomolecularmente el estrés oxidativo

La energía bioquímica de nuestro cuerpo se concentra en unas pequeñas estructuras celulares que se llaman mitocondrias y que queman casi todo el oxígeno que respiramos. El problema es que el mismo elemento que permite nuestra vida, el oxígeno, es el principal generador de unas sustancias llamadas radicales libres que, según se postula desde 1956 a partir de la Teoría de Hartmann, serían las auténticas responsables del envejecimiento y de la mayor parte de los procesos degenerativos. Sustancias absolutamente necesarias porque, por ejemplo, cuando el cuerpo se moviliza para eliminar agentes infecciosos produce precisamente una gran cantidad de radicales libres para destruir los virus y bacterias invasoras. Ahora bien, el problema es que si hay exceso de radicales libres, éstos, cumplida su función, atacan entonces las células sanas produciendo una peroxidando lipídica (oxidación de la grasa), dañando las membranas y alterando el código genético hasta que esas células pierden su capacidad funcional; algunas incluso mueren.