Cómo afrontar ortomolecularmente el dolor
Número 109 - Octubre 2008
Tiempo de lectura: 9 minutos
El dolor es una sensación de difícil definición ya que se manifiesta de diferentes formas y las reacciones ante él son distintas en cada persona. De hecho el producido por una misma causa puede ser para una persona tolerable y para otra insoportable. Y es que no sólo depende de los mecanismos fisiológicos que lo producen sino también de la educación y hasta de la formación cultural de quien lo sufre. El dolor agudo, punzante y rápido se transmite mediante terminaciones nerviosas finas y libres de fibras mielínicas mientras el dolor crónico, difuso y de larga duración lo hace a través de fibras amielínicas. Y el estímulo que hace que uno u otro mecanismo se ponga en marcha puede deberse tanto a una acción mecánica como a un calor intenso o a la mediación de un elemento químico, tanto externo como interno. En cuanto a los caminos que siguen los estímulos a través del sistema nervioso se conocen como vías de la sensibilidad y se producen en los receptores sensoriales, los llamados nociceptores, presentes en la piel, en las estructuras musculoesqueléticas y en las vísceras. Cabe añadir que al sistema que lleva la información que hace sentir el dolor se le denomina anterolateral.

Este texto solo está disponible para suscriptores.