La preocupación por los efectos de las radiaciones electromagnéticas, sean de alta frecuencia –por ejemplo, las antenas, los Wi Fi y los teléfonos móviles- o de baja frecuencia –por ejemplo, las torres de alta tensión y los centros de transformación- es cada vez mayor. Que pueden perjudicar gravemente la salud es ya incuestionable y por tanto hasta que la legislación cambie estamos obligados a revisar nuestro entorno en cuanto tengamos síntomas inexplicables. El problema es que saber si nuestras dolencias pueden deberse a emisiones electromagnéticas pasa por encontrar el aparato que confirme su presencia. Pues bien, es el caso de (...)
Suscríbase para seguir leyendo
Este texto solo está disponible para suscriptores.