Desde que comenzó el despliegue de la telefonía UMTS o de tercera generación se estima que España ha pasado en apenas dos años de tener 30.000 antenas GSM a más de 50.000, buena parte de ellas instaladas ilegalmente. ¿Y cómo lo han hecho cuando hoy la oposición vecinal –y la de muchos ayuntamientos- es abrumadora? Pues camuflándolas como chimeneas de plástico, cornisas o falsas palmeras. Una práctica que ha disparado la contaminación electromagnética en nuestro país hasta niveles inconcebibles y por la que cada vez más personas enferman sin entender cuál es la causa de su malestar. De ahí que (...)
Suscríbase para seguir leyendo
Este texto solo está disponible para suscriptores.