El exceso de colesterol “malo” ha pasado en apenas unas décadas de “factor de riesgo” cardiovascular a poco menos que una enfermedad en sí misma que debe ser tratada casi de forma crónica con fármacos para reducir o controlar su nivel en sangre. Pero, ¿qué hay de cierto? ¿Es eso así o se trata de otra estrategia de las multinacionales farmacéuticas para vender masivamente productos inútiles? ¿Se justifica la actual ingesta masiva de estatinas –cuyos efectos secundarios a largo plazo están aún por ver- o se trata de medicamentos que no previenen la arterioesclerosis y no han servido para salvar (...)
Suscríbase para seguir leyendo
Este texto solo está disponible para suscriptores.