La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) decidieron en 2011 -dadas las numerosas evidencias existentes- clasificar las radiaciones electromagnéticas emitidas por los teléfonos móviles de “posiblemente cancerígenos” reconociendo que su uso conlleva un mayor riesgo de tumores cerebrales malignos –gliomas- por lo que recomiendan tomar medidas para reducir al máximo su exposición, especialmente en el caso de los niños. Advertencia ante la que de inmediato reaccionarían la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) y la Sociedad Española de Oncología para “tranquilizar” a los ciudadanos y apoyar a las empresas de (...)
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