Sin sal no puede haber vida y, sin embargo, los médicos nos advierten que su consumo elevado es perjudicial para la salud. ¿Cómo se explica esta paradoja? Pues sencillamente porque la llamada sal de mesa tiene muy poco que ver con la sal cristalina natural. La “sal de mesa” es cloruro sódico a la que en algunos casos se añade yodo y flúor y, por tanto, no es el tipo de sal que necesita el cuerpo. La sal cristalina natural no está integrada por los tres o cuatro elementos de la sal de mesa que hoy utilizamos sino por los (...)
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