Karla y Raquel, las niñas que padecieron un largo calvario hospitalario tras recibir Gardasil –la llamada vacuna contra el Virus del Papiloma Humano-, volvieron a mediados de 2009 a casa pero ni para ellas ni para muchas otras niñas había terminado la pesadilla. Sus males siguieron con una larga lista de problemas -dolores de cabeza, pérdida de fuerza en los miembros, fiebre alta, convulsiones…- que intentaron justificarse recurriendo a un inexistente Síncope del Adolescente y a inexistentes trastornos psicológicos siendo vergonzosamente tratadas como histéricas. Las autoridades sanitarias, incapaces de reconocer su responsabilidad y que no sabían cómo ayudarlas, intentarían sin (...)
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