En 2010 la multinacional GlaxoSmithKline retiraba del mercado europeo su antidiabiético Avandia porque podía causar infartos de corazón mientras Merck afrontaba numerosas demandas por Fosamax tras haber tenido que retirar poco antes Vioxx; y lo mismo ocurrió con el Lipobay de la farmacéutica Bayer. Meros ejemplos de los numerosos fármacos retirados del mercado en los últimos años por su peligrosidad. Cabe pues preguntarse cómo es posible que se estén vendiendo una y otra vez medicamentos tan peligrosos que a los pocos años se prohíben pero tras provocar graves problemas de salud cuando no la muerte. Y la razón es simple: ¡las (...)
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